miércoles, 16 de octubre de 2013

A una madre


Yo creo que ya no quedan. Ya no quedan amatxos como las de antes. Amatxo como la que yo tengo. Ellas son amor; amor en mayúsculas, subrayado, en negrita, cursiva y entre comillas.

Y no hablo por hablar, ni con intención de poner ejemplos ajenos. Hablo por experiencia. Yo no creo (la esperanza no se pierde) que jamás iguale a mi amatxo en el rol de "madre".
Y la frase está mal planteada porque ni lo pretendo (igualarla digo) ni la comparación es vía de nada bueno. Pero la falta de recursos literarios me hace hablar así. Me esforzaré un poco más.

Mi madre me quiere TODO. Es la única persona en el mundo (la lista está abierta...se puede apuntar quién quiera) que me querrá haga lo que haga: mate, robe, me drogue, haga daño a los demás o a mí misma...hacerle daño a ella ni cuenta (para ella), pq me antepone hasta a sí misma.

Alguno se preguntará: ¿esto es sano?... Yo le diré, en mi humilde opinión: esto es AMOR.

Hoy día llamamos a cualquier cosa amor... a la necesidad llamamos amor...al encaprichamiento llamamos amor... a la atracción llamamos amor... a la dependencia llamamos amor... El amor es mucho más que algunas de estas cosas y todo lo contrario a otras de las mencionadas.

He de decir que me ha sorprendido una de las definiciones de amor de la R.A.E. (Sentimiento intenso del ser humano que, partiendo de su propia insuficiencia, necesita y busca el encuentro y unión con otro ser)... Por tanto, voy a hablar de a lo que yo llamo amor y no sobre lo que es "literalmente".

Para empezar diré que discrepo frontalmente con esta definición de amor de la R.A.E.. Es más, considero que es uno de los grandes errores que cometemos en este ámbito: el querer completarnos con otro, en lugar de valernos nosotros solitos. La completitud del ser humano no llega por esa vía.

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